La administración de Donald Trump ha intensificado una campaña militar contra el narcotráfico en aguas internacionales, llevando a cabo una serie de ataques letales contra embarcaciones sospechosas en el Caribe y el Océano Pacífico. Estas operaciones, ordenadas directamente por el presidente, han resultado en la muerte de decenas de personas y han generado una fuerte controversia internacional sobre su legalidad y justificación.\n\nEl secretario de Guerra, Pete Hegseth, ha confirmado múltiples “ataques cinéticos letales” contra buques presuntamente operados por “Organizaciones Terroristas Designadas” (OTD) que transportaban narcóticos. En una de sus declaraciones, Hegseth afirmó: “Hoy, por orden del presidente Donald Trump, el Departamento de Guerra llevó a cabo un ataque cinético letal contra un buque operado por una organización terrorista designada”.
Desde principios de septiembre, se han reportado al menos 17 ataques que han dejado más de 66 muertos.
El gobierno de Estados Unidos sostiene que estas acciones son necesarias para “proteger la patria” y evitar que las drogas “envenenen” a sus ciudadanos.
Sin embargo, esta ofensiva ha sido duramente criticada.
La ONU ha calificado los ataques como “inaceptables” y posibles “ejecuciones extrajudiciales”, argumentando que violan el derecho internacional humanitario, ya que no se desarrollan en un contexto de conflicto armado declarado. El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, exigió el cese inmediato de estas operaciones. Gobiernos como los de Venezuela y Colombia también han denunciado los ataques, mientras que la Unión Europea ha pedido diálogo y una desescalada del conflicto. A pesar de las críticas, la administración Trump ha defendido su derecho a actuar, argumentando que no necesita la aprobación del Congreso bajo la Resolución de Poderes de Guerra, ya que las tropas estadounidenses no corren peligro directo.
En resumenLa campaña militar de la administración Trump contra presuntas narcolanchas ha resultado en decenas de muertes y ha sido condenada por la ONU y otros actores internacionales como una violación al derecho internacional. A pesar de la controversia y las acusaciones de ejecuciones extrajudiciales, Estados Unidos defiende su estrategia como una medida necesaria de seguridad nacional y afirma que continuará con los operativos.