“Rusia está probando armas nucleares, y China también.

Simplemente ustedes no lo saben”, declaró en una entrevista con CBS.

Esta postura ha sido desmentida por Pekín y ha provocado una advertencia de Moscú, que aseguró que responderá “de manera simétrica” si Washington procede con las detonaciones. El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, calificó la decisión de Trump como “una manifestación de una enfermedad profunda” que amenaza la paz y la seguridad internacional. Grossi advirtió que la medida representa “una erosión del sentido de la seguridad internacional, de la paz y de la no proliferación” y podría desencadenar una nueva carrera armamentista. A pesar de la contundente orden inicial, el secretario de Energía, Chris Wright, aclaró posteriormente que las pruebas no incluirían explosiones nucleares reales, sino “explosiones no críticas” para probar los sistemas de las armas. Sin embargo, el propio Trump se ha mostrado ambiguo, declarando que Estados Unidos realizará tests “muy pronto” y que si otros países lo hacen, “nosotros también lo haremos”, reavivando el debate y los temores de una escalada nuclear reminiscentes de la Guerra Fría.