Congresistas demócratas, la industria petrolera estadounidense y el gobierno mexicano han expresado serias preocupaciones que amenazan la estabilidad del acuerdo comercial. Más de 100 congresistas demócratas han pedido al presidente Donald Trump una «renegociación significativa» del tratado, calificándolo como un «fracaso» que no ha beneficiado a los trabajadores estadounidenses y ha permitido que empresas chinas usen a México para eludir sanciones comerciales.
Por su parte, la industria del petróleo y gas de EE. UU., a través del Instituto Estadounidense del Petróleo (API), acusó a México de violar «de forma impune y persistente» sus compromisos del T-MEC, favoreciendo a Pemex y dificultando las inversiones privadas.
El API ha propuesto un Mecanismo de Respuesta Rápida para sancionar estas prácticas.
Desde México, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, denunció que los nuevos aranceles del 25% impuestos por Trump a los camiones pesados mexicanos son una «violación al tratado», un tema que será de «alta prioridad» en la revisión. A esto se suma la disputa por la cancelación del NAIM en Texcoco, que según el Departamento de Transporte de EE. UU., ha perjudicado la competencia aérea y justifica la eliminación de la protección antimonopolios para la alianza Delta-Aeroméxico. Finalmente, el congresista Carlos Giménez ha solicitado que la renegociación del T-MEC se condicione a que México rompa sus lazos con Cuba, a la que acusa de financiar.












