El mandatario condicionó la participación futura de EE.

UU. a que “cesen los abusos”.

Esta medida intensifica un conflicto diplomático que ya había llevado a Trump a cortar toda la financiación estadounidense a Sudáfrica en febrero, acusando al gobierno de Cyril Ramaphosa de implementar “políticas antiblancas” y de apoyar a “actores malos” como Irán y Hamás. La relación se tensó aún más después de que Sudáfrica acusara a Israel de genocidio ante la Corte Internacional de Justicia.

Previamente, Trump había confrontado a Ramaphosa en la Casa Blanca por este tema, una acusación que el presidente sudafricano niega. En paralelo al boicot, Trump reafirmó su intención de que Estados Unidos acoja la edición del G20 en 2026 en su club de golf Trump Doral en Miami, Florida, lo que sería la primera vez en dos décadas que el país es sede del evento.