La decisión, confirmada durante la investidura del nuevo presidente boliviano Rodrigo Paz, marca un giro significativo en la política exterior de Washington hacia América Latina.

El subsecretario de Estado de EE. UU., Christopher Landau, hizo el anuncio en La Paz, calificando de "muy insólito" y "muy triste" el hecho de que ambos países no tuvieran embajadores desde 2008. Las relaciones se habían mantenido a nivel de encargados de negocios desde que el entonces presidente Evo Morales expulsó al embajador estadounidense Philip Goldberg, acusándolo de conspiración. El nuevo presidente boliviano, Rodrigo Paz, de centroderecha, agradeció el gesto y pidió transmitir un "mensaje de cordialidad y fraternidad" al presidente Donald Trump. Paz destacó que su elección marca el fin de dos décadas de gobiernos de izquierda y prometió que "nunca más una Bolivia aislada, sometida a ideologías fracasadas".

Este restablecimiento de lazos diplomáticos plenos es visto como un paso para "abrir Bolivia al mundo" y fortalecer la cooperación en diversos ámbitos, en un claro realineamiento geopolítico del país andino hacia Estados Unidos y Occidente.