Con una duración de 42 días, el cierre gubernamental ha generado profundas repercusiones económicas y sociales. La parálisis presupuestaria, originada por la falta de acuerdo entre republicanos y demócratas sobre la financiación de programas de salud, dejó a aproximadamente 1.25 millones de empleados federales sin sueldo y afectó a 42 millones de beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP). El impacto económico se estima en una pérdida permanente de 11 mil millones de dólares en actividad económica. Una de las consecuencias más visibles fue el caos en el sector aéreo; la Administración Federal de Aviación (FAA) ordenó reducciones de vuelos de hasta un 10% en 40 aeropuertos principales debido a la escasez de controladores aéreos, muchos de los cuales se ausentaron al no recibir su paga. El presidente Donald Trump celebró el acuerdo como una “gran victoria” para los republicanos, felicitando al presidente de la Cámara, Mike Johnson, y destacando que el avance se logró gracias a la división demócrata. Sin embargo, el acuerdo ha provocado una fuerte fractura dentro del Partido Demócrata.

El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, votó en contra, argumentando que la propuesta no garantiza la extensión de los subsidios de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Obamacare), el principal punto de discordia.

El pacto solo contempla una votación futura sobre dichos subsidios, sin asegurar su continuidad.

Esta concesión fue calificada de “frustrante” y “patética” por miembros del ala progresista del partido, quienes acusan a los ocho senadores disidentes de ceder ante la presión de Trump sin obtener beneficios sustanciales para la población.