La suspensión se mantendrá “mientras se mantenga el ataque con misiles a lanchas en el Caribe”. Esta ruptura en la cooperación se produce en un momento de máxima tensión en las relaciones bilaterales, deterioradas por las acusaciones de Trump de que Petro es un aliado del narcotráfico y la imposición de sanciones financieras contra el líder colombiano y su familia. La decisión de Colombia sigue a una medida similar del Reino Unido, que también dejó de compartir inteligencia con Washington para no ser cómplice de lo que considera ataques ilegales. Expertos de la ONU y el alto comisionado de Derechos Humanos, Volker Türk, han condenado los bombardeos, calificándolos como “ejecuciones sumarias” contrarias al derecho humanitario. La medida de Petro profundiza la crisis diplomática y plantea interrogantes sobre el futuro de la lucha conjunta contra el narcotráfico en la región.