Según el mandatario, los “billones de dólares” recaudados permitirán no solo distribuir este bono, sino también comenzar a reducir la deuda nacional, que asciende a 37 billones de dólares. “Se pagará un dividendo de al menos 2,000 dólares por persona”, reiteró, enmarcando la propuesta como una forma de que “los estadounidenses reciban su parte del éxito”. Este anuncio coincide con un momento de escrutinio legal sobre su autoridad para imponer aranceles, ya que la Corte Suprema ha expresado dudas sobre si el presidente puede aplicar estas medidas sin la aprobación explícita del Congreso. A pesar de la controversia, la propuesta busca reforzar su imagen como un líder que prioriza la prosperidad nacional y la redistribución de la riqueza generada por su política de “Estados Unidos Primero”. Sin embargo, la viabilidad del plan depende de la aprobación del Congreso, lo que presenta un obstáculo significativo en medio del actual cierre de gobierno.