En su conferencia anual en Baltimore, la USCCB aprobó casi por unanimidad una declaración que marca su postura colectiva más firme en defensa de los inmigrantes. "Nos preocupa profundamente observar entre nuestro pueblo un clima de temor y ansiedad en torno a la discriminación racial y la aplicación de las leyes de inmigración", señala el texto. Esta es la primera vez en doce años que el episcopado recurre a un mensaje de esta naturaleza, un procedimiento reservado para asuntos de gran urgencia. Los obispos expresaron su tristeza por "el estado del debate actual y la estigmatización de los inmigrantes" y su inquietud por las condiciones en los centros de detención.

La declaración se opone explícitamente a la "deportación masiva e indiscriminada" y hace un llamado al fin del "discurso deshumanizante".

El mensaje también recalca la "enorme contribución" de los inmigrantes al bienestar de Estados Unidos y aboga por una "reforma significativa" de las leyes migratorias. Esta postura se alinea con las recientes críticas del Papa León XIV, el primer pontífice estadounidense, a la política de mano dura de la administración Trump, y llega en un momento en que el arzobispo Paul Coakley, un conocido defensor de los migrantes, fue elegido como nuevo presidente de la USCCB.