A cambio, los cuatro países latinoamericanos se comprometieron a abrir sus mercados a bienes estadounidenses, incluyendo maquinaria, productos farmacéuticos, dispositivos médicos y vehículos.

En el caso de Argentina, el pacto es particularmente significativo, ya que se produce en un contexto de fuerte apoyo de Washington al gobierno de Javier Milei. Además del acuerdo comercial, Estados Unidos ha respaldado a Argentina con un paquete financiero que incluye una línea de canje de divisas por 20 mil millones de dólares a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). El secretario del Tesoro, Scott Bessent, defendió este apoyo afirmando que Estados Unidos "ganó dinero" con la operación, describiéndola como un "excelente negocio para el pueblo estadounidense" que, además, sirvió para estabilizar al gobierno de un aliado clave antes de las elecciones de medio término. Esta visión contrasta con la de críticos como la expresidenta argentina, quien calificó el acuerdo como un acto de "colonialismo financiero". La Casa Blanca ha indicado que los pactos con la mayoría de los países deberían finalizarse en las próximas semanas.