Dentro de su propio gobierno, altos funcionarios del sector energético y nuclear han expresado su preocupación, calificando la idea de reanudar pruebas explosivas como "imprudente y sumamente costosa".

Estos expertos advierten que una detonación real no es necesaria para mantener la confiabilidad del arsenal estadounidense y podría desencadenar una nueva carrera armamentista, ya que otras potencias se sentirían alentadas a responder con sus propios ensayos.

La Casa Blanca, sin embargo, sostiene que el presidente tiene plena autoridad como comandante en jefe para decidir sobre el uso y prueba de armas nucleares. La reacción de Rusia no se hizo esperar; el embajador ruso Mijaíl Uliánov declaró que es "muy probable" que EE. UU. realice pruebas y advirtió que el Kremlin se vería obligado a tomar medidas similares, rompiendo la moratoria que ha mantenido por décadas.