Washington justifica la medida alegando que estos grupos han perpetrado ataques violentos contra personas que consideran 'fascistas', instituciones gubernamentales e infraestructura económica, y que se adhieren a "ideologías revolucionarias anarquistas o marxistas, incluyendo el antiamericanismo y el anticapitalismo". La ofensiva de Trump contra 'Antifa' se intensificó tras el asesinato del activista conservador Charlie Kirk en septiembre, del cual la Casa Blanca responsabilizó a la "extrema izquierda". Críticos y expertos sostienen que esta designación carece de fundamento legal, ya que el movimiento antifascista no posee una estructura jerárquica ni una coordinación centralizada, y advierten que la medida podría ser utilizada para criminalizar la oposición política.