La administración Trump ha intensificado su ofensiva migratoria con redadas masivas en ciudades gobernadas por demócratas como Charlotte y Chicago, resultando en cientos de detenciones y generando una fuerte condena por parte de autoridades locales y organizaciones de derechos civiles. En Carolina del Norte, el operativo denominado “Charlotte's Web” (“La Telaraña de Charlotte”) dejó más de 130 migrantes detenidos, en su mayoría de México y Honduras. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) justificó la acción como un esfuerzo para capturar a “criminales extranjeros ilegales” que se refugian en “ciudades santuario”.
Sin embargo, el gobernador del estado, Josh Stein, denunció las tácticas empleadas, afirmando que “agentes enmascarados, fuertemente armados y con vestimenta paramilitar” estaban “fomentando el miedo y dividiendo a nuestra comunidad” mediante el perfilamiento racial.
En Chicago, la “Operación Midway Blitz” ha resultado en más de 3,200 arrestos desde septiembre. La resistencia comunitaria ha sido notable, con activistas organizando patrullas y usando silbatos para alertar sobre la presencia de agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). La respuesta judicial también ha sido significativa.
Un juez federal en Chicago ordenó la liberación de más de 600 personas detenidas sin orden judicial, argumentando que sus arrestos fueron posiblemente ilegales. Datos revelados en el proceso judicial mostraron que de 607 detenidos, solo 16 tenían antecedentes penales, contradiciendo la narrativa del gobierno de que se enfoca en los “peores de los peores”.
En resumenEl gobierno de Trump ha desplegado redadas migratorias a gran escala en ciudades como Charlotte y Chicago, presentándolas como operaciones contra criminales. Sin embargo, estas acciones han enfrentado un fuerte rechazo de líderes locales por sus tácticas intimidatorias y han sido cuestionadas judicialmente por la detención de personas sin antecedentes penales.