Argumentaron que las amenazas a la Constitución ya no solo provienen del extranjero, sino también “de aquí mismo, de nuestro propio país”. Aunque instaron a la desobediencia, no especificaron a qué tipo de órdenes se referían, lo que dejó su llamado abierto a interpretación.

La petición surge en un momento en que Trump ha sido criticado por desplegar efectivos de la Guardia Nacional en varias ciudades gobernadas por demócratas, con el argumento de controlar disturbios. La Casa Blanca reaccionó enérgicamente a través de Stephen Miller, subjefe de gabinete, quien denunció la acción como una peligrosa radicalización del Partido Demócrata.

Por su parte, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, desestimó las críticas atribuyéndolas al “síndrome de trastorno por Trump”, un término despectivo usado por los republicanos para burlarse de sus oponentes.

Este episodio subraya la profunda división política en el país y plantea serias preguntas sobre la relación entre el poder civil y las fuerzas armadas.