El plan, calificado como el más ambicioso en décadas, contempla hasta 34 subastas en aguas federales entre 2026 y 2031.

Esto incluye hasta seis ventas frente al sur de California, donde no ha habido nuevos arrendamientos federales desde la década de 1980, y dos en el este del Golfo de México, zona que incluye las costas de Florida y ha estado libre de perforaciones desde 1995 debido al riesgo de derrames. El secretario del Interior, Doug Burgum, justificó la medida acusando a la administración Biden de haber “frenado en seco” la producción marítima. Esta política se enmarca en la estrategia de Trump de revertir sistemáticamente el enfoque climático de su predecesor.

La oposición ha sido inmediata y contundente.

El gobernador de California, Gavin Newsom, calificó el plan de “idiota” y “condenado al fracaso”, viéndolo como una provocación política. De manera similar, políticos de ambos partidos en Florida se han opuesto históricamente a la perforación por temor a que un derrame de petróleo devaste la industria turística del estado, una preocupación que llevó al propio Trump a extender una moratoria de perforación hasta 2032 durante su primer mandato.