Aunque no se han confirmado detenciones públicas relacionadas con el caso, la intervención del FBI subraya la gravedad del riesgo. Este suceso pone de manifiesto los peligros inherentes a la sobreexposición en la era digital, donde la línea entre la admiración y la obsesión puede desvanecerse, y las amenazas virtuales pueden tener consecuencias reales y peligrosas para las figuras públicas de alcance masivo como Bad Bunny.