Su relato generó una amplia conversación sobre los riesgos de los procedimientos estéticos y la presión social por la vanidad. En una publicación detallada, Palacios explicó que se había puesto los implantes hace diez años por “vanidad”, después de amamantar a sus tres hijos y tras su divorcio.

Sin embargo, su experiencia estuvo marcada por complicaciones.

“Cada vez que me ponía una vacuna mi cuerpo reaccionaba terrible con los implantes, se me hinchaban los senos, me dolían horrible unos diez días”, relató. Los médicos le habían explicado que su organismo rechazaba los cuerpos extraños. Hace cinco meses, una mastografía reveló una fisura en uno de los implantes y la presencia de líquido, por lo que le recomendaron retirarlos.

Palacios decidió esperar para ahorrar el dinero necesario, ya que su seguro médico no cubría la cirugía al ser de origen estético.

La situación se volvió una emergencia cuando el implante finalmente explotó. La productora detalló el esfuerzo económico que implicó la cirugía de explantación, agradeciendo la ayuda de su actual esposo y su hija. Tras la operación, realizada el 10 de noviembre, reflexionó sobre su decisión inicial: “Hoy estoy en mi cama, gracias a Dios estable, con dolor, pero superable y recuperándome de una vanidad. Una vanidad que hoy no vale la pena, una vanidad que sólo me causó problemas con mi templo y acercarme a un mundo superficial”. Concluyó que, aunque los implantes le dieron una “falsa seguridad” y algunos halagos, en retrospectiva, no valió la pena.