La publicación buscó frenar la desinformación que se propagó rápidamente en medios y plataformas digitales. La controversia surgió después de que la Policía Nacional de Honduras anunciara la captura de un ciudadano mexicano en Tegucigalpa, identificándolo como piloto privado del artista y vinculándolo con una orden de captura internacional por “actos preparatorios para el tráfico de drogas” vigente desde 2014. La noticia cobró fuerza debido a que Álvarez había ofrecido un concierto en la capital hondureña un día antes.
Ante la ola de especulaciones, el intérprete de regional mexicano reaccionó a través de sus historias de Instagram para aclarar la situación.
En su mensaje, pidió a sus seguidores y a los medios “hacer caso omiso a la información falsa”.
Aseguró que tanto su piloto, José Alvarado, como su copiloto, Jesús Cortez, se encontraban con él en territorio mexicano. “Mi piloto, José Alvarado, y copiloto, Jesús Cortez, así como parte de mi equipo de trabajo y un servidor, viajamos hace unas horas en un Learjet 31, sin ningún inconveniente y nos encontramos ya en territorio mexicano”, manifestó el artista. Afirmó que “no hay ningún detenido de nuestro equipo de trabajo”. La contundente respuesta del cantante, replicada por numerosos medios, llevó a que las autoridades hondureñas borraran la publicación original de sus redes sociales, aunque sin ofrecer una aclaración formal sobre la identidad del detenido. Este episodio subraya el poder de las redes sociales para que las figuras públicas controlen la narrativa y desmientan información de manera inmediata y masiva.








