El gobierno español también ha expresado reticencia, imponiendo condiciones como la operación independiente de ambas entidades durante al menos tres años. La operación no solo reconfiguraría el panorama bancario español, sino que también implicaría una reestructuración de los altos cargos de Sabadell, consolidando la posición de BBVA en el mercado europeo mientras navega un complejo entorno regulatorio y la resistencia de su objetivo.