Esta decisión ha sido interpretada como una respuesta directa a las políticas proteccionistas y arancelarias impulsadas desde Washington.

La medida generó una fuerte reacción en Canadá, donde el sindicato Unifor denunció la posible pérdida de 3,000 empleos, calificando la acción como un sacrificio del sector canadiense “en el altar de Trump”. El primer ministro canadiense, Mark Carney, declaró que la decisión es una “consecuencia directa” de los aranceles impuestos por Estados Unidos, y expresó su expectativa de que Stellantis cumpla con sus compromisos con los trabajadores de Brampton. Antonio Filosa, CEO de Stellantis para Norteamérica, afirmó que la inversión “impulsará nuestro crecimiento, reforzará nuestra base industrial y generará más empleos”.