La oferta solo logró la aceptación del 25.33% del capital, una cifra muy por debajo del umbral mínimo del 30% que el propio BBVA había condicionado para proceder con la operación. Tras 17 meses de negociaciones y maniobras estratégicas, el resultado fue comunicado oficialmente por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), sellando el destino de una de las operaciones más ambiciosas del sector bancario español en los últimos años. El presidente del BBVA, Carlos Torres, admitió la sorpresa por el resultado pero descartó su dimisión, afirmando que su continuidad "no dependía para nada del resultado".

En una rueda de prensa, calificó la situación como "un capítulo cerrado" y una "oportunidad perdida" para los accionistas, clientes y empleados de ambas entidades. La reacción del mercado fue inmediata: las acciones de BBVA se dispararon más de un 10%, mientras que las de Sabadell cayeron más del 6%. En la sede de Sabadell, el ambiente fue de celebración, con su presidente, Josep Oliu, declarando que "el mercado ha hablado". El fracaso de la OPA también tuvo eco en la política española, donde líderes del gobierno expresaron su respeto por la decisión de los accionistas y celebraron el mantenimiento de la competencia en el sector bancario.