El impacto reputacional fue inmediato y existencial.

CIBanco, que vio sus activos caer un 48%, solicitó la revocación de su licencia bancaria y entró en proceso de liquidación por parte del IPAB, vendiendo su negocio fiduciario a Banco Multiva y su cartera automotriz a BanCoppel. Intercam, cuyos activos se desplomaron un 66%, fue adquirido en su mayor parte por Kapital Bank, que inyectó 100 millones de dólares para estabilizar la operación.

Finalmente, Vector Casa de Bolsa, propiedad de Alfonso Romo, transfirió sus activos, fondos y clientes a Finamex, cerrando gradualmente sus operaciones.

La presidenta Claudia Sheinbaum declaró que su gobierno no recibió "ninguna prueba contundente" de las acusaciones, pero el sistema bancario mexicano ha reaccionado reforzando sus controles para evitar ser el próximo blanco.