La iniciativa comenzará en ciudades estadounidenses clave como Los Ángeles, Seattle y Dallas. Esta estrategia es vista como una forma en que los fabricantes tradicionales como Ford pueden modernizar la experiencia de compra sin infringir las leyes de franquicia de Estados Unidos, que exigen que los vehículos se vendan a través de concesionarios. La alianza utiliza a Amazon como un puente entre la red de distribuidores y un cliente digital que valora la transparencia y la conveniencia.

El programa responde a un cambio en el comportamiento del consumidor, que busca procesos de compra más rápidos, claros y con menos fricción, evitando las negociaciones presenciales y las múltiples visitas a las agencias. La venta se centrará en vehículos usados certificados, que han pasado inspecciones rigurosas y cuentan con garantía, lo que ayuda a generar confianza en una transacción de alto valor realizada en línea.

Este paso consolida la posición de Amazon como un “súper concesionario digital” y redefine la relación entre fabricante, distribuidor y comprador.