La cancelación de la carrera, una de las tres más prestigiosas del mundo, generó un fuerte impacto internacional y un intenso debate político en España. El ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, celebró las muestras de solidaridad con el pueblo palestino y propuso que España se retire de la próxima edición de Eurovisión si se permite la participación de Israel, sumándose a la postura de países como Irlanda y Países Bajos. A raíz de la cancelación, el ciclista danés Jonas Vingegaard, quien lideraba la clasificación general, fue proclamado campeón de la edición, aunque no se realizó la tradicional ceremonia de podio. Este suceso marca un hito en la historia del deporte, evidenciando cómo los conflictos geopolíticos pueden impactar directamente en eventos de alcance mundial.