Afirmó haber puesto fin a siete conflictos internacionales sin la ayuda de la ONU, sugiriendo que por su labor debería merecer el Premio Nobel de la Paz. Uno de sus ataques más duros fue contra la migración, acusando a la ONU de financiar “oleadas de inmigrantes ilegales” y advirtiendo a las naciones europeas que “sus países se están yendo al infierno” por haber sido “invadidos por una fuerza de inmigrantes ilegales sin precedentes”. En materia ambiental, calificó el cambio climático como “la mayor estafa” y se jactó de haberse retirado del Acuerdo de París. En política exterior, consideró que el reconocimiento de un Estado palestino es una “recompensa para los terroristas de Hamás” y lanzó una advertencia a los cárteles de la droga, particularmente en Venezuela, amenazando con “borrarlos de la existencia”. El discurso incluyó quejas personales sobre el mal funcionamiento de una escalera mecánica y un teleprompter en la sede de la ONU, utilizándolos como metáforas de la ineficacia del organismo.