El retroceso fue generalizado, afectando a los tres grandes sectores productivos y encendiendo alertas sobre una posible desaceleración.

De acuerdo con cifras desestacionalizadas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el descenso de julio fue el más pronunciado desde abril de 2024. El sector más afectado fue el de las actividades primarias (agricultura, ganadería, pesca), que retrocedió un 3.0% mensual. Le siguieron las actividades secundarias (industria), con una caída del 1.2%, donde destacaron las contracciones de la manufactura (-1.61%) y la construcción (-1.18%). Finalmente, las actividades terciarias (servicios) disminuyeron un 0.4%, arrastradas por caídas en rubros como el alojamiento y preparación de alimentos (-1.30%) y los servicios de esparcimiento (-1.10%).

A tasa anual, el IGAE también registró una contracción del 1.2%, la más significativa en 53 meses. A pesar de estos datos negativos, el peso mexicano logró apreciarse, mostrando una desconexión entre el desempeño económico real y el comportamiento del mercado cambiario.

Los analistas prevén que la debilidad económica podría extenderse en los próximos meses.