El caso fue confirmado en un bovino en Sabinas Hidalgo, el cual provenía de Veracruz.

La reacción de Estados Unidos fue inmediata: la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, declaró que su gobierno “no dependerá de México para defender nuestra industria” y envió un equipo para inspeccionar trampas y dispersar moscas estériles. La Asociación Nacional de Ganaderos de EE.

UU. pidió que México “rinda cuentas”.

En respuesta, el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez, puso a su estado en “alerta máxima”, reforzó las fronteras con Nuevo León y solicitó al gobierno federal el cierre de la frontera sur de México al ganado centroamericano para contener la plaga. Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum informó que se mantienen negociaciones con las autoridades estadounidenses para evitar un cierre definitivo de la frontera a las exportaciones ganaderas, asegurando que las conversaciones “van muy adelantadas”. El Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) de México descartó que exista riesgo de propagación, afirmando que el caso fue detectado a tiempo.