La policía confirmó que las dos víctimas mortales pertenecían a la comunidad judía.

Cuatro personas más permanecen hospitalizadas con heridas graves, incluyendo lesiones por arma blanca y atropellamiento.

El atacante, que portaba un chaleco que simulaba ser un artefacto explosivo, no logró ingresar al templo gracias a la intervención del personal de seguridad y los asistentes. Las autoridades, que calificaron el hecho como un acto terrorista, detuvieron a otras tres personas por su presunta implicación en la planificación del atentado. El primer ministro británico, Keir Starmer, se declaró "horrorizado" y afirmó que el Reino Unido debe "vencer el auge del antisemitismo". Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, condenó el "ataque bárbaro", mientras que su canciller criticó al gobierno británico por no contener el crecimiento del antisemitismo en el país.