La decisión fue justificada por “propósitos de seguridad nacional” para proteger a fabricantes estadounidenses como Peterbilt, Kenworth y Freightliner.

El anuncio, realizado a través de su red social Truth Social, confirma una amenaza previa que no se concretó el 1 de octubre. Esta medida impacta directamente a la industria automotriz mexicana, ya que, según datos del Departamento de Comercio de EE. UU., casi el 80% de los 32,410 millones de dólares en camiones, autobuses y vehículos especiales importados por Estados Unidos entre enero y julio provinieron de México. Gran parte de la producción de camiones medianos de Ford, General Motors y Stellantis se realiza en territorio mexicano.

La industria estadounidense ha mostrado opiniones divididas.

Preston Feight, consejero delegado de Paccar, advirtió en mayo que aranceles previos al acero y aluminio ya generaban una “desventaja de costes significativa para los camiones producidos en el país frente a los camiones comparables ensamblados en México”. Por su parte, Stellantis señaló que la mayoría de los camiones importados desde México y Canadá probablemente cumplen con los altos requisitos del T-MEC.

La medida se enmarca en la “guerra comercial” que Trump inició en 2025, generando incertidumbre sobre si se aplicarán excepciones bajo el T-MEC y aumentando la presión económica y diplomática entre ambos países.