UU. podría abandonar el acuerdo trilateral en favor de negociaciones bilaterales con México y Canadá. Ante esto, la presidenta Sheinbaum fue contundente: “El T-MEC es Ley en Canadá, en Estados Unidos y en México.

Pasó por el congreso.

Entonces, si quisiera cambiarse, tendría que hacerse una revisión bastante profunda”.

Esta postura busca disipar la incertidumbre que amenaza la arquitectura económica de Norteamérica, construida desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994, el cual transformó la economía mexicana, elevando el PIB de 500 mil millones de dólares en 1993 a 1.14 billones en 2017 y creando cerca de 4.4 millones de empleos ligados al comercio con EE.

UU.

El canciller, Juan Ramón de la Fuente, reforzó la postura oficial, afirmando que México está preparado para la revisión y que “no se van a salir con la suya quienes piensan que no vamos a alcanzar una buena revisión del tratado”. Analistas como Carlos López Jones consideran que las presiones de Trump son una estrategia para atraer votos, particularmente en el sector automotriz, pero advierten sobre las consecuencias negativas de romper la relación comercial. La postura mexicana se mantiene firme en la defensa del marco trilateral, considerándolo un pilar de la estabilidad económica regional.