Esta medida sin precedentes ha provocado una grave crisis diplomática entre dos naciones históricamente aliadas en la lucha contra el narcotráfico.

Washington incluyó a Petro y a su círculo cercano en una lista negra, una acción que generalmente se reserva para líderes acusados de corrupción o actividades ilícitas. La decisión se produce después de que el presidente Donald Trump calificara a Petro de “líder ilegal de la droga”, en respuesta a las críticas del mandatario colombiano a operaciones militares estadounidenses en el Caribe. En un intento por mitigar el impacto, el secretario de Estado, Marco Rubio, declaró que las sanciones no están dirigidas contra el pueblo ni la economía de Colombia, sino que son una reacción a un líder que la administración Trump considera hostil. “Esto no es una cosa de Estados Unidos contra Colombia”, afirmó Rubio.

Sin embargo, la medida marca un punto de inflexión en la relación bilateral, que se había mantenido estrecha desde la firma del Plan Colombia en el año 2000.

En respuesta, miles de colombianos salieron a las calles de Bogotá para expresar su respaldo al presidente Petro y rechazar los ataques de Trump, mientras el propio mandatario colombiano llamó a sus seguidores a apoyar un proceso constituyente para impulsar reformas sociales.