Considerado uno de los entrenadores más exitosos e influyentes en la historia del país, su partida deja un legado imborrable tanto en clubes como en la Selección Nacional. Manuel ‘Manolo’ Lapuente falleció este sábado 25 de octubre en Puebla, dejando un vacío en el balompié nacional.
Aunque no hubo un comunicado oficial de la familia, versiones periodísticas señalan que la causa fueron complicaciones derivadas de una neumonía. Su muerte generó una ola de condolencias de clubes, exjugadores y colegas.
Figuras como Ricardo Peláez, visiblemente conmovido, lo describió como “el mejor técnico de la historia”, mientras que Nacho Ambriz, su pupilo en Necaxa, rompió en llanto al recordarlo como su “merecido maestro”. Por su parte, Jorge Campos destacó la magnitud de su logro con la Selección Mexicana: “el trofeo más importante que tiene México, él se lo dio”. La carrera de Lapuente como entrenador fue monumental, consolidándose como uno de los cinco técnicos más ganadores de la Liga MX con cinco títulos: dos con Puebla (1982-83, 1989-90), dos con Necaxa (1994-95, 1995-96) y uno con el América (Verano 2002), con el que rompió una sequía de 13 años. Su mayor proeza llegó al frente del Tricolor, al que guio a ganar la Copa Confederaciones de 1999 tras vencer a Brasil en el Estadio Azteca, considerado el título más importante del fútbol mexicano a nivel mayor. Además, dirigió al equipo en el Mundial de Francia 1998.
Su filosofía, conocida como “Lapuentismo”, priorizaba la solidez defensiva, el orden táctico y el contragolpe, creando una escuela que influyó a una generación de técnicos como Luis Fernando Tena, Raúl Arias y Mario Carrillo.













