A cambio, Xi se comprometió a reforzar los controles sobre este opioide sintético.

China también accedió a pausar por un año los controles a la exportación de tierras raras, minerales estratégicos en los que Pekín tiene un cuasi monopolio, y a reanudar las compras de soja estadounidense. El Ministerio de Comercio chino confirmó que se alcanzó un "consenso" en cooperación antidrogas y la ampliación del comercio agrícola. Sin embargo, este aparente deshielo en la relación económica fue contrarrestado por una escalada en la retórica militar.

Minutos antes de la reunión, Trump anunció que había instruido al Pentágono para "comenzar a probar nuestras armas nucleares en igualdad de condiciones", citando los programas de pruebas de otras potencias. La decisión se produce después de que Rusia anunciara ensayos de un misil de crucero de propulsión nuclear y un torpedo submarino no tripulado. La reacción internacional fue inmediata; Rusia advirtió sobre una "nueva era de imprevisibilidad", mientras que China urgió a Washington a respetar la moratoria. El vicepresidente estadounidense, JD Vance, defendió la medida como "una parte importante de la seguridad nacional estadounidense".