El fiscal federal Joseph Nocella Jr.

afirmó que los jugadores “vendieron esa confianza a los apostadores al manipular sus lanzamientos”, traicionando así a su equipo, a la liga y a los aficionados.

La MLB, que ya había suspendido a ambos peloteros en julio mientras realizaba una investigación interna, ha declarado que coopera plenamente con las autoridades federales. Este caso representa una de las mayores amenazas a la integridad del deporte desde el escándalo de Pete Rose, magnificado en una era donde las apuestas deportivas son cada vez más prevalentes.