Este despliegue se suma a una flota que ya incluye ocho buques de guerra, un submarino nuclear y aviones F-35.

El Pentágono ha declarado que la misión busca "detectar, monitorear y desarticular actores ilícitos" en el hemisferio. Desde septiembre, el ejército estadounidense ha realizado 19 ataques contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico, resultando en 76 muertes. Por su parte, el gobierno de Nicolás Maduro ha calificado las acciones de EE. UU. como un intento de desestabilización y ha respondido con la movilización de 200,000 militares y la preparación de una posible "respuesta guerrillera". El ministro de Defensa venezolano anunció un despliegue de medios "terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos". Rusia, aliado de Caracas, calificó los ataques de EE. UU. como "inaceptables" e "ilegales", aunque negó haber recibido una petición de apoyo militar por parte de Venezuela.

Mientras tanto, el Congreso venezolano, controlado por el oficialismo, aprobó una ley para defender al país del despliegue estadounidense.