La propuesta, negociada discretamente por enviados estadounidenses, contempla concesiones significativas a Rusia, lo que ha generado un fuerte rechazo en Kiev y preocupación entre los aliados europeos.

El plan, revelado por medios estadounidenses, exige que Ucrania reconozca de facto a Crimea, Lugansk y Donetsk como territorios rusos, congele las líneas de contacto en Jersón y Zaporiyia, y se retire de la parte del óblast de Donetsk que aún controla para crear una zona desmilitarizada. A cambio, Ucrania recibiría "garantías de seguridad fiables", pero debería limitar su ejército a 600,000 efectivos y consagrar en su Constitución la prohibición de unirse a la OTAN.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó el borrador como un documento que "legitima la agresión" y, aunque prometió presentar "argumentos, persuadir y proponer alternativas", advirtió que su país enfrenta una "decisión muy difícil" entre perder su dignidad o a un socio clave.

Por su parte, los líderes de Alemania, Reino Unido y Francia expresaron su "apoyo inalterado y total" a Ucrania, subrayando que cualquier acuerdo debe respetar sus intereses y los de Europa.

El Kremlin negó tener conocimiento oficial del plan, pero instó a Kiev a negociar "ahora mismo", advirtiendo que "el espacio para una libre toma de decisiones se reduce según va perdiendo territorio".