Se espera que su ausencia se prolongue por aproximadamente tres meses, dejando al equipo "sin alma" en el campo. Burrow se lastimó el pasado 21 de septiembre y, aunque no se perderá la totalidad de la campaña, su regreso se proyecta para mediados de diciembre. Para ese entonces, es probable que las aspiraciones de postemporada de Cincinnati ya estén comprometidas.

El impacto de su baja ha sido inmediato y severo. Sin su mariscal estelar, los Bengals han perdido dos partidos de manera consecutiva y su ofensiva ha lucido inoperante. En su más reciente derrota, un contundente 28-3 ante los Denver Broncos, el equipo fue descrito como "un equipo sin alma", evidenciando la profunda dependencia que tienen del talento de Burrow. El mariscal de campo suplente, Jake Browning, no ha logrado ser efectivo, lo que incrementa la nostalgia por la era de Burrow en los controles. La ofensiva, que cuenta con receptores de la talla de Ja'Marr Chase y Tee Higgins, se ha visto limitada y sin capacidad de explotar su potencial, lo que confirma que la lesión de Burrow no solo afecta a un jugador, sino que desarticula por completo la estructura y competitividad del equipo.