Ante esta falta, Larcamón y su cuerpo técnico, con el respaldo total de la directiva, optaron por una medida ejemplar. La determinación buscaba preservar el orden interno y reforzar la idea de que en el equipo la autoridad y la unión del grupo son prioritarias, sin importar la jerarquía del futbolista. En un escenario de alta presión como el Clásico Joven, la apuesta fue arriesgada, pero coherente con la identidad que el técnico argentino ha intentado construir. Durante el partido, Willer Ditta ingresó en el segundo tiempo, mientras que Kevin Mier permaneció en el banquillo durante todo el encuentro, viendo a su compañero Andrés Gudiño defender la portería.

La imagen del arquero titular como suplente fue inusual y subrayó la contundencia del mensaje enviado al vestidor.