Este enfrentamiento representa la tercera final entre ambas instituciones, consolidándose como una de las rivalidades más competitivas del circuito. La serie por el título enfrentará a los dos clubes con más presencias en finales en la historia de la liga, siendo la undécima para Tigres y la séptima para las Águilas. Tigres, que terminó como líder general de la competencia, llega con el objetivo de romper una sequía de dos años sin campeonatos, la más larga en su historia, y así conseguir su séptima estrella. Por su parte, el América vive una de sus etapas más sólidas, alcanzando su segunda final consecutiva y la sexta en los últimos siete torneos bajo la dirección de Ángel Villacampa. Para el técnico español, esta final tiene un significado especial, ya que ha reconocido estar en deuda con el club al haber ganado solo una de sus cinco finales anteriores. Villacampa expresó su deseo de entregar el título al dueño del equipo, Emilio Azcárraga, y a quienes invierten en el proyecto, declarando: “Tenemos esa oportunidad y esperemos dar ese título sobre todo al patrón Emilio Azcárraga”.

El camino de ambos equipos a la final fue contundente; América superó con autoridad a Chivas en el Clásico Nacional, mientras que Tigres eliminó a un sorprendente Cruz Azul. Este cruce no solo definirá al campeón, sino que también medirá el poderío de las dos plantillas más consistentes y dominantes del fútbol femenil mexicano en los últimos años.