Desde 1973, este tipo de vuelos ha estado prohibido en Estados Unidos debido al impacto acústico.

El X-59 busca cambiar esto mediante un diseño innovador que dispersa las ondas de presión para producir un sonido mucho más leve, descrito como similar al cierre de la puerta de un automóvil. El avión, de casi 30 metros de largo, presenta un morro largo y delgado que constituye un tercio de su longitud total y un motor montado sobre el fuselaje, características clave para redirigir las ondas de choque. Durante la primera prueba, la aeronave alcanzó una altitud de 12,000 pies y una velocidad de 370 km/h. En futuros vuelos, aumentará gradualmente su velocidad hasta superar la barrera del sonido, con un objetivo de Mach 1.4 (aproximadamente 1,490 km/h). Una de sus innovaciones más notables es la ausencia de parabrisas frontal; en su lugar, el piloto utiliza un monitor 4K del Sistema de Visibilidad Exterior que proyecta imágenes en tiempo real. La NASA espera que los datos recopilados en esta campaña de pruebas, que se extenderá hasta 2029, sirvan para establecer nuevos estándares internacionales de ruido y revolucionar la forma en que se viaja.