El gobierno mexicano ha propuesto un significativo aumento arancelario de hasta el 50% para vehículos importados de países sin tratado de libre comercio, una medida que impacta directamente a las marcas chinas como BYD, Chirey y MG. Esta decisión, incluida en el Paquete Económico 2026, ha generado una fuerte reacción de Pekín y un intenso debate sobre sus consecuencias para la industria y los consumidores. La propuesta, anunciada por el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, elevaría los aranceles para autos ligeros desde el rango actual del 15-20% hasta el 50%, el máximo permitido por la Organización Mundial del Comercio (OMC). El objetivo declarado es proteger a la industria nacional y unos 325,000 empleos de lo que Ebrard describió como importaciones que llegan a precios “por debajo de referencia”. La medida es vista por analistas como una respuesta a la presión de Estados Unidos en medio de su guerra comercial con China. El gobierno chino rechazó la medida, y su portavoz de la cancillería, Lin Jian, afirmó que Pekín “se opone firmemente a cualquier coerción de otros para imponer restricciones a China bajo distintos pretextos”. La presidenta Claudia Sheinbaum defendió la decisión, aclarando que no es contra un país específico sino para fortalecer la economía bajo el “Plan México”.
Marcas como BYD y Tesla, que importa sus modelos 3 e Y desde Shanghái, son identificadas como las más perjudicadas. Sin embargo, algunos analistas, como el exembajador Jorge Guajardo, consideran que un arancel del 50% apenas “les haría cosquillas” a los fabricantes chinos debido a sus bajos costos de producción.
La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) advirtió que la medida pone en riesgo inversiones por 60,000 millones de pesos en 800 puntos de venta de marcas chinas.
En resumenEl plan del gobierno mexicano de imponer aranceles de hasta el 50% a los autos chinos busca proteger la industria nacional pero enfrenta la oposición de China y genera incertidumbre. A pesar del drástico aumento, la competitividad de las marcas chinas podría mantenerse debido a sus bajos costos de producción, aunque la medida pone en riesgo inversiones de distribuidores locales y podría encarecer los vehículos para el consumidor final.