La noticia provocó que las acciones de Intel se dispararan, registrando alzas de entre 22.8% y 26%, su mayor ganancia diaria desde 1987, mientras que las de Nvidia también subieron un 3.5%. La inversión, que otorga a Nvidia una participación de aproximadamente el 4% en Intel, es vista como un salvavidas para esta última, que ha enfrentado dificultades para mantener su liderazgo en la era de la computación móvil y la inteligencia artificial (IA). El acuerdo se centra en el desarrollo conjunto de productos que combinarán los procesadores centrales (CPU) de Intel con los chips gráficos y de IA (GPU) de Nvidia, utilizando la tecnología de interconexión NVLink. El objetivo es crear unidades de procesamiento personalizadas para centros de datos y sistemas en chip (SoC) x86 RTX para computadoras personales. Analistas del sector consideran que esta colaboración podría colocar la tecnología de fabricación de próxima generación de Intel sobre una base más sólida, incluso si no implica que Intel fabrique directamente los procesadores insignia de Nvidia. La alianza representa una convergencia de fortalezas: la experiencia de Intel en la fabricación de chips x86 y el liderazgo indiscutible de Nvidia en IA.

La medida perjudica principalmente a competidores como Advanced Micro Devices (AMD), que ahora enfrenta a dos gigantes colaborando en áreas donde antes competían.

La cooperación podría garantizar los volúmenes de producción necesarios para que las millonarias inversiones en manufactura de Intel sean rentables y le permita acceder a una amplia gama de clientes empresariales y gubernamentales que dependen del software desarrollado para sus chips.