Por un lado, se busca proteger la producción nacional y alinear la política comercial con la de sus socios del T-MEC. Por otro, se advierte que la medida podría encarecer la transición a la electromovilidad, ya que muchos de los vehículos eléctricos asequibles son de origen chino. Corea del Sur ha reaccionado con preocupación, equiparando la medida con las políticas proteccionistas de Estados Unidos, dado que afecta a sus conglomerados como Hyundai y Kia.

El ministro de Exteriores surcoreano, Cho Hyun, declaró que su gobierno examina “qué tipo de desventajas podrían enfrentar las empresas surcoreanas”. Expertos como Kenneth Smith, exjefe negociador del T-MEC, calificaron la medida como un “escopetazo” cuando se requería un “tiro de precisión”, advirtiendo que podría afectar la competitividad de empresas mexicanas que dependen de insumos asiáticos.