El presidente Donald Trump anunció la imposición de un arancel adicional del 100% a todas las importaciones chinas a partir del 1 de noviembre, además de controles a la exportación de software crítico estadounidense. La medida es una represalia directa a la decisión de Pekín de endurecer los controles sobre la exportación de tierras raras, minerales cruciales para la industria tecnológica y de defensa. En su plataforma Truth Social, Trump calificó la postura de China como "extraordinariamente agresiva" y "hostil", y sugirió que podría cancelar su reunión programada con el presidente Xi Jinping.

La reacción de los mercados fue inmediata y severa.

Wall Street sufrió su peor jornada en meses: el Promedio Industrial Dow Jones cayó un 1.9%, el S&P 500 se desplomó un 2.71% y el tecnológico Nasdaq Composite se hundió un 3.56%.

Empresas como Nvidia y Apple resintieron el impacto. La aversión al riesgo se extendió a otros activos: el peso mexicano se depreció, superando las 19 unidades por dólar en ventanilla; el oro, como activo refugio, rebasó los 4,000 dólares la onza; y los precios del petróleo cayeron más del 3% ante el temor de una menor demanda global. La nueva escalada arancelaria reaviva el fantasma de una guerra comercial a gran escala, generando una profunda incertidumbre sobre la estabilidad de la economía mundial y las cadenas de suministro.