Sin embargo, México y Canadá contarán con un trato preferencial bajo el T-MEC, mitigando parcialmente las consecuencias.

A partir del 1 de noviembre, se aplicará un arancel del 25% a camiones medianos y pesados y del 10% a autobuses importados. Para México, la proclamación presidencial especifica que, gracias al T-MEC, el arancel del 25% sobre camiones se aplicará únicamente al valor del contenido no estadounidense del vehículo, lo que representa un alivio para la altamente integrada industria nacional, donde se destaca la planta de Volvo en Nuevo León.

No obstante, los autobuses no contarán con esta exención.

La medida también extiende por cinco años un descuento arancelario para fabricantes estadounidenses como Ford Motor y General Motors, quienes habían presionado para obtener un alivio ante los mayores costos derivados de gravámenes previos al acero, aluminio y otros componentes. El director ejecutivo de Ford, Jim Farley, había declarado que acuerdos como el de Estados Unidos con Japón ofrecían a competidores como Toyota "una ventaja de miles de dólares por vehículo". La nueva política busca equilibrar la competencia, pero podría aumentar los costos de transporte y modificar las estrategias de inversión en la región, incentivando la producción en territorio estadounidense mientras los proveedores de autopartes ajustan sus precios.