"Importa poco lo que haya podido pasar.

El resultado no es el que nosotros deseábamos", admitió Torres, calificando el desenlace como una "oportunidad perdida" para los accionistas y clientes de ambas entidades. El fracaso de la OPA fue recibido con alivio por el gobierno español y los sindicatos, quienes se oponían a la fusión por temores a una reducción de la competencia y la pérdida de empleos. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, calificó la noticia como "una buena noticia para el empleo y la competencia bancaria". En contraste con la seriedad en la sede de BBVA, en Banco Sabadell el ambiente fue de celebración por haber mantenido su independencia. La reacción del mercado fue inmediata: las acciones de BBVA se dispararon más de un 10%, mientras que las de Sabadell cayeron más del 6% tras el anuncio.