Las protestas afectaron rutas logísticas estratégicas en los corredores del Bajío, Occidente y Altiplano.

Como consecuencia directa, Audi México anunció la suspensión de actividades en su planta de San José Chiapa, Puebla, donde se produce la SUV Q5, debido a la imposibilidad de recibir insumos. De manera similar, General Motors detuvo la producción en sus plantas de Silao, San Luis Potosí y Ramos Arizpe, afectando a miles de trabajadores. La industria automotriz, que opera con un sistema de producción “just-in-time” (justo a tiempo), es extremadamente vulnerable a este tipo de interrupciones, ya que la falta de un solo componente puede detener toda una línea de ensamblaje. Aunque se alcanzaron algunos acuerdos con los productores para liberar las vías, el incidente evidenció la fragilidad de las cadenas productivas nacionales ante conflictos sociales.