Este cambio representa un movimiento estratégico de Netflix para consolidarse en el mercado de los deportes en vivo, siguiendo sus adquisiciones de derechos para eventos de la WWE y partidos de la NFL. Para los aficionados mexicanos, sin embargo, significó una barrera de pago para presenciar una de las peleas más importantes del año, generando un amplio debate sobre el futuro de las transmisiones deportivas y el acceso del público general a ellas.