El pesaje oficial, realizado en el Hotel Fontainebleau, confirmó que ambos atletas llegaban en óptimas condiciones físicas.

Tanto Canelo como Crawford registraron media libra por debajo del límite de 168 libras, demostrando la disciplina y profesionalismo de sus respectivos campamentos de entrenamiento.

El hecho fue especialmente notable para Crawford, quien ascendió dos categorías de peso para este combate, disipando dudas sobre su capacidad para adaptarse a la nueva división.

Por la noche, se llevó a cabo el pesaje ceremonial en la T-Mobile Arena ante miles de aficionados, en su mayoría mexicanos, que mostraron un apoyo incondicional al tapatío con banderas y cánticos, mientras abucheaban al estadounidense. Durante el careo final, la tensión fue palpable, con miradas fijas que reflejaban la magnitud de lo que estaba en juego: el campeonato indiscutido de peso supermediano. El cumplimiento exitoso del peso por parte de ambos contendientes eliminó el último obstáculo reglamentario, asegurando que la "pelea del año" se llevaría a cabo como estaba planeado.