El triunfo sobre Álvarez le permitió a Crawford unificar los títulos de peso supermediano (168 libras), sumándolos a sus reinados indiscutidos previos en peso superligero (2017) y wélter (2023). Este logro, conseguido al subir dos categorías de peso, es una proeza que lo coloca en un panteón exclusivo de leyendas del pugilismo. Con un récord invicto de 42-0, Crawford demostró una versatilidad y una capacidad de adaptación extraordinarias.

En la entrevista posterior al combate, su confianza era palpable.

“Ya no hay ‘Canelos’.

Ahora soy la cara del boxeo. Soy el mejor boxeador del mundo libra por libra”, sentenció, marcando un claro cambio de guardia en la cima del deporte. Su actuación fue descrita como una "cátedra de boxeo", donde su velocidad, inteligencia y cambio de guardia fueron acertijos que el mexicano nunca pudo resolver. A pesar de su contundente victoria, Crawford también mostró respeto por su rival, a quien calificó como un “gran campeón”. Sin embargo, dejó claro que su era ha comenzado, aunque sorprendió al mencionar la posibilidad de que esta fuera su última pelea, añadiendo un elemento de misterio a su futuro.